INTRODUCCIÓN
En la tabla periódica actual, los
elementos químicos se ordenan por su número atómico en grupos (verticalmente) y
periodos (horizontalmente), lo que da lugar a una homogeneidad, a veces solo
relativa (tendencias), en las propiedades de los elementos de cada grupo. Hay
18 grupos y 7 periodos. Los grupos de la tabla periódica, engloban a elementos
con igualdad de configuración electrónica externa con variación de n en
cada uno de los periodos.
En el modelo mecano
cuántico del átomo, los electrones no ocupan los niveles energéticos correlativamente,
sino que lo hacen siguiendo dos reglas: primera, se llenan antes los orbitales ns que los (n-1)d y segunda, también se llenan antes los ns que los (n-2)f.
Así que, se empezarán llenando
los orbitales 1s, 2s 2p, 3s y 3p. Pero ahora, no se llenan los
orbitales 3d, sino que lo hace antes el 4s. Y cuando llegamos a
los 4f, tenemos que esperar a llenar antes los 6s. Por tanto, no
coinciden los niveles de energía de los orbitales atómicos obtenidos con la
resolución de la función Yn,l,m correspondiente, con el orden de llenado de los orbitales atómicos. Debido a
ello, la configuración del elemento 118, el último conocido hasta la fecha,
será por orden de llenado:
1s22s22p63s23p64s23d104p65s24d105p66s24f145d106p67s25f146d107p6
Una vez completada la configuración electrónica del elemento por orden de llenado, se
vuelve a recuperar el orden de energía:
1s22s22p63s23p63d104s24p64d104f145s25p65d105f146s26p66d107s27p6
Por comodidad y claridad, solo se
escriben las configuraciones electrónicas más externas de cada elemento que,
además, es lo que importa en cuanto a su colocación en la tabla periódica,
mientras que, para dar cuenta de su configuración interna, se recurre a la de
los gases nobles, encerrándolas entre corchetes. Así, la configuración
electrónica por oden de energía completa de los propios gases nobles por orden de llenado y su equivalencia, es la
siguiente:
He: 1s2
Ne: 1s22s22p6 equivale:
[He]2s22p6
Ar: 1s22s22p63s23p6 equivale:
[Ne]3s23p6
Kr: 1s22s22p63s23p64s23d104p6 equivale:
[Ar]4s23d104p6
Xe: 1s22s22p63s23p64s23d104p65s24d105p6 equivale:
[Kr] 5s24d105p6
Rn: 1s22s22p63s23p64s23d104p65s24d105p66s24f145d106p6 equivale:
[Xe]6s24f145d106p6
De esta manera, todas las configuraciones más externas de los elementos químicos y
su clasificación en bloques, lo vemos en la siguiente tabla periódica. El
hidrógeno no pertenece a bloque alguno.
En los bloques s y p,
se sigue siempre la norma general de llenado de orbitales, así, en el grupo 1,
su configuración externa es ns1 y en el grupo 2, ns2.
En los grupos 13 a 18, los llamados elementos representativos, lo hacen desde
el np1 a np6, respectivamente, con la
excepción del helio, que es 1s2. Sin embargo, en los
elementos correspondiente al bloque d, llamados de transición externa,
donde se llenan los orbitales desde (n-1)d1 a (n-1)d10,
desde el grupo 3 al 12, se producen algunas “anomalías”, que realmente no son
tales, pues la configuración de un elemento es la que es, sencillamente porque
es la más estable y el elemento no entiende de reglas. Así, el niobio, cromo,
molibdeno, rutenio, rodio, paladio, platino y darmstadio, no siguen la norma
general de llenado en sus respectivos grupos,
Además, en el grupo 11, la
configuración externa no es (n-1)d9, como debería ser, sino
que es ns1 (n-1)d10 o ns1 (n-2)f14 (n-1)d10. Esto es debido, a que se tiende a llenar (d10)
o semillenar (d5), los orbitales (n-1)d, que son más
estables que los ns. Así que, por ejemplo, se prefiere la configuración 4s13d5 en el cromo a la 4s23d4 y la 4s13d10 sobre la 4s23d9 en el cobre. Por su parte, niobio,
rutenio, rodio, platino y darmstadio, adquieren su estabilidad transfiriendo un
electrón de más de sus niveles ns a los (n-1)d, lo que en el
paladio se eleva a dos electrones (4d10).
En el caso de los lantanoides y
actinoides, denominados elementos de transición interna, hay más de esas
“anomalías”, como vemos en la Figura 3.
La mayoría de
los elementos de la tabla periódica son sólidos, unos pocos son gases: H, N, O,
F, Cl y los gases nobles y solo mercurio y bromo son líquidos, en condiciones
estándar NIST (Instituto Nacional de Normas y Tecnología) de presión (1 atm)
y temperatura (20 °C). Si calentamos todos los elementos a 45 °C, además de bromo y mercurio, también son
líquidos rubidio, cesio, francio, galio y fósforo, cuyos puntos de fusión son
inferiores a esa temperatura. Si seguimos calentando, a temperaturas de 3.500 °C (punto de fusión del carbono), todos los
elementos están en estado gaseoso, excepto boro, carbono, cromo, níquel,
circonio, niobio, molibdeno, tecnecio, rutenio, rodio, hafnio, tantalio,
wolframio, renio, osmio, iridio, platino, praseodimio, torio, protactinio,
uranio, neptunio, berkelio, californio, einstenio, fermio, mendelevio, nobelio
y laurencio. Al llegar a los 5.000 °C,
solo tantalio, wolframio, renio y osmio se encuentran en estado líquido, los
demás son gases. Y finalmente, al alcanzar los 5.600 °C (punto de ebullición del renio), todos ellos son gases.
Así que, a partir de los 3.500 °C no existe ningún elemento conocido en
estado sólido y desde 5.600 °C, estarán
todos en estado gaseoso. Sin embargo, como hay elementos cuyo punto de
ebullición se desconoce es probable que algunos estén en estado líquido,
incluso por encima de los 5.600 °C,
hasta llegar a su punto de ebullición, por lo que siempre habrá una
temperatura, a partir de la cual, todos los elementos estarán en forma de gas.
Por su parte, si hacemos lo contrario, es decir enfriar, por
ejemplo, a -78 °C, resulta que el gas
radón, y los líquidos bromo y mercurio se solidifican, mientras que el gas
cloro se licua. Si enfriamos a -198 °C,
también se solidifican los gases argón, kriptón y xenón; el cloro que se había
licuado, se solidifica, mientras que los gases nitrógeno, oxígeno y flúor se
licuan. Por tanto, solo quedarían a esa temperatura tres elementos en estado
gaseoso: helio, neón e hidrógeno. Finalmente, si descendemos hasta los -270 °C, es decir cerca del cero absoluto (-273,15 °C), todos los elementos químicos son
sólidos, excepto el helio, que no se solidificará ni siquiera si pudiéramos
alcanzar el cero absoluto, a no ser que se le comprima, ya que esta característica
no puede ser debida a que la energía del punto cero sea tan elevada que le
impidiese su solidificación, sino a que su punto de fusión sería cercano al
cero absoluto y al comportamiento bosónico de su núcleo. Del resto, el último
elemento en solidificarse es el hidrógeno, que tiene un punto de fusión de
-259,14 °C.
Todo esto no es magia,
simplemente depende del punto de fusión y el de ebullición de cada elemento. El
elemento de mayor punto de fusión conocido es el del carbono (3.500 °C) y el menor, de los sólidos conocidos, el
del cesio (28,44 °C). Por su parte, el
mayor punto de ebullición conocido es el del renio (5.596 °C) y el menor de los conocidos no gaseosos,
el del bromo (59 °C) y de los sólidos,
el yodo (184,3 °C).
Los elementos se
clasifican, también, por su carácter metálico y no metálico. En realidad, hay
una tercera clase, la que corresponde a los metaloides o semimetales, con
propiedades intermedias a los dos anteriores.
Los metales, son los más
numerosos (aproximadamente el 75%) y se sitúan, esencialmente, a la izquierda y
centro de la tabla periódica. Se caracterizan por ser sólidos -con la excepción
del mercurio- de apariencia brillante y de color gris plateado, en mayor o
menor medida, con las excepciones del cesio, cobre y oro (y quizás bismuto que
es bastante blanco). Todos los metales, poseen bajo potencial de ionización y
alto peso específico.
Los metales son buenos conductores del calor y la
electricidad. El elemento que mejor conduce la corriente eléctrica es la plata,
seguido del cobre y el oro. Sin embargo, para ese fin, se utiliza el cobre, por
ser más barato o el oro, porque no se oxida como la plata. Igualmente, los
mejores conductores térmicos son plata, cobre y oro, aunque se suele utilizar
el aluminio como disipador térmico, por ser más eficaz.
Los no metales se encuentran hacia la derecha de la tabla
periódica. Pueden ser sólidos, líquidos o gases, constituyendo, esencialmente,
moléculas discretas diatómicas y poliatómicas o redes, con la conocida excepción
de los gases nobles. Naturalmente que hay excepciones, por ejemplo, el yodo, un
no metal, tiene aspecto metálico o el carbono grafito que es conductor de la
electricidad, mientras que el diamante lo es del calor. Además, se consideran
metaloides a: boro, silicio, germanio, arsénico, antimonio, telurio, polonio y
livermorio.
Los elementos naturales son los
que se encuentran en la naturaleza y tienen, al menos, un isótopo natural,
estable o radiactivo. Los artificiales, son los creados por el hombre y todos
sus isótopos son sintéticos. Así, se consideran naturales a 90 elementos: desde
el hidrógeno (Z=1) al uranio (Z=92), con las excepciones de tecnecio (Z=43) y
prometio (Z=61), que son artificiales.
Los elementos sintetizados por el
hombre son hasta ahora, veintiocho: Tc, Rf, Db, Sg, Bh, Hs, Mt, Ds, Rg, Cn, Nh,
Fl, Mc, Lv, Ts, Og, Pm, Np, Pu, Am, Cm, Bk, Cf, Es, Fm, Md, No y Lr, es decir
todos los transuránicos (Z=93 a 118), y tecnecio (Z=43) y prometio (Z=61).
Desde el uranio, ya no hay ningún elemento natural.
La Tierra recibió 83 elementos naturales fabricados en las
estrellas, pero también lo son los que se producen naturalmente en nuestro
planeta, aunque no nos llegasen en su constitución. Éstos, son los elementos
radiactivos: Po, At, Rn, Fr, Ra, Ac y Pa, que se
forman naturalmente en minerales de uranio. Todos ellos a niveles de trazas. En
total: 90.
Los elementos radiactivos, son
los que no tienen ningún isótopo estable. Todos los elementos de la tabla
periódica, desde el hidrogeno (Z=1) al plomo (Z=82), con excepción del tecnecio
(Z=43) y prometio (Z=61), son estables, es decir, tienen un único isótopo natural
estable o, generalmente, predominan éstos; los demás, son radiactivos
inestables. Entre los elementos radiactivos, son naturales: Bi, Po, At, Rn, Fr,
Ra, Ac, Th, Pa y U; el resto son artificiales. Los elementos radiactivos son
inestables.
La palabra isótopo, que proviene
del griego, significa “en el mismo sitio” y es porque los isótopos –que tienen
el mismo número de protones en el núcleo- ocupan el mismo lugar en la tabla
periódica. Pueden ser naturales o sintéticos.
Las alotropías son distintas formas en las que puede
presentarse un determinado elemento, lo que supone tener diferentes
modificaciones estructurales que den lugar a propiedades físicas y
comportamientos químicos distintos en cada una de ellas. El elemento con más
estados alotrópicos es el azufre.
La diferencia esencial entre
isótopo y alotropía es que, en el primero, es el mismo elemento con distinta
masa (en número de neutrones), mientras que en la alotropía, el elemento tiene
la misma masa, pero distinta estructura. No hay que confundir la alotropía, que
se refiere a un elemento, con el polimorfismo, que se da en materiales sólidos.
Los valores de las propiedades de los elementos que tienen alotropías,
se refieren siempre a la forma más estable. Esto hay que tenerlo muy en cuenta,
puesto que pueden variar significativamente. Por ejemplo, la dureza del carbono
es de solo 0,5 en la escala de Mohs, lo que puede extrañar, ya que el diamante
tiene la mayor dureza (10) en esa escala, pero es que la forma más estable del
carbono es el grafito y a ella se refiere la dureza, como el resto de sus
propiedades.
Hay ciertas propiedades,
denominadas periódicas, cuyos valores crecen o decrecen gradualmente
dependiendo del grupo o periodo o, presentan patrones claros. Se consideran
propiedades periódicas a: radio atómico, electronegatividad, energía de
ionización y afinidad electrónica. También, se pueden introducir el punto de
fusión y el de ebullición, calor específico e incluso el carácter metálico-no
metálico.
La medida del radio atómico no es
tarea fácil debido a que, como sabemos, el átomo no tiene límite y aunque a
distancias lejanas al núcleo la probabilidad de encontrar al electrón se
acerque a cero, nunca lo es, por lo que hay varias formas de determinarlo. En
esta obra, los valores mostrados de los radios atómicos están tomados
considerando la distancia promedio calculada desde el núcleo al electrón más
alejado de aquél.
El radio covalente, por su parte,
es la mitad de la distancia internuclear entre dos átomos idénticos unidos por
un enlace covalente sencillo, mientras que el radio iónico es la distancia
internuclear entre dos iones unidos por enlace iónico, repartiendo la distancia
entre catión y anión.
La unidad internacional de medida
del radio es el nm (nanómetro) o el pm (picómetro), con una relación: 1 nm=
1.000 pm= 10-9 m.
El radio atómico varía en la
tabla periódica aumentando de derecha a izquierda y de arriba abajo, por lo que
el elemento de mayor radio es el francio (270 pm) que es radiactivo y de los
estables (no radiactivos), el cesio (260 pm). Al contrario, el de menor radio
conocido es el del hidrógeno (25 pm), seguido del helio (31 pm). Este hecho,
tiene mucha influencia en algunas propiedades. Por ejemplo, en el caso del
flúor, su pequeño tamaño (50 pm), logra que el átomo central pueda actuar en su
máximo estado de oxidación, ya que el impedimento estérico es menor, lo que es
más complicado en el resto de los halógenos.
La electronegatividad define la
capacidad de un átomo para competir con otro por los electrones de un enlace
químico. El más electronegativo, atrae los electrones hacia sí, creando una
carga parcial negativa, mientras que en el otro átomo se constituye una carga
parcial positiva. Así, podemos representar zonas de carga positiva y negativa
en una molécula, mediante los programas informáticos adecuados, en el
denominado mapa de potencial electrostático para estudiar las posibles
interacciones por carga contraria entre diferentes moléculas.
Mapa del potencial electrostático de:
A) NH3; el nitrógeno más electronegativo que el hidrógeno atrae
hacia sí los electrones de los enlaces, lo que sumado al par de electrones sin
compartir que posee, crea una zona fuertemente negativa (en rojo) sobre él, con
una zona de carga parcial positiva sobre los hidrógenos. El resultado, es que
al nitrógeno puede unirse un átomo cargado positivamente, por ejemplo, el H+,
para formar el NH4+. B) NF3: ocurre lo
contrario, ahora es el flúor el que atrae a los electrones de los enlaces con
los nitrógenos. Sin embargo, la diferencia de electronegatividad entre F (3,98)
y N (3,04) es menor que entre el N (3,04) y el H (2,2), lo que provoca una casi
homogénea distribución de la carga, que será débilmente negativa (colores
verdes). Debido a ello, la molécula de NH3 es muy polar (1,46 D),
mientras que la de NF3, lo es muy débilmente (0,1 D).
El símbolo de la
electronegatividad es χ. No tiene dimensiones. Varía en la tabla periódica
aumentando de izquierda a derecha y de abajo arriba (excluyendo a los gases
nobles), pero en algunos grupos hay desviaciones en el patrón, sobre todo por
la presencia de metaloides en el grupo considerado.
Hay diferentes escalas, pero en
esta obra utilizaremos la de Pauling, en la que se atribuye el valor 3,98 al
flúor que es el más electronegativo y, por tanto, siempre atrae hacia sí a los
electrones del enlace. La menor electronegatividad corresponde al francio
(0,7).
La energía de ionización es la
que hay que suministrar a un átomo neutro, en estado gaseoso, para quitarle un
electrón de su capa de valencia, transformándolo en un catión. Hay dos factores
que influyen, principalmente, sobre la energía de ionización. Por una parte,
será tanto mayor cuanto más atraído esté el electrón por el núcleo. Por
otro lado, como los átomos tienden a tener ocho electrones en su capa de
valencia (octeto), acercarse al octeto disminuirá la energía de ionización y,
al contrario, distanciarse de él, la aumentará. Además, depende del radio
atómico.
En la tabla periódica, la energía
de ionización aumenta de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, por lo
que resulta el de mayor valor, de los conocidos, el helio y el de menor, el
cesio. Se representa por I y su unidad es el kJ/mol. Los valores que se
dan habitualmente en las tablas hacen referencia solo a la energía necesaria
para arrancar un primer electrón (I1ª).
Por ejemplo, en el
litio, por pérdida de 1e- alcanzaría la configuración 1s2 muy estable del catión Li+ y, para ello, tendríamos que aportar una
energía de ionización de tan solo 520,2 kJ/mol. Pero, para constituir un catión
estable de oxígeno (2s22p4), necesitaríamos
arrancar no uno, sino hasta cuatro electrones, para conseguir una situación
similar (O4+, que sería 2s2). Entonces, no solo
necesitamos la energía para quitar un electrón, que es ya de por sí alta (I1ª:
1.313,9 kJ/mol), sino también la suficiente para arrancar un segundo (I2ª:
3.388,3 kJ/mol), un tercero (I3ª: 5.300,8 kJ/mol) y hasta un cuarto electrón
(I41ª: 7.469,2 kJ/mol) y, como son acumulativas, se requeriría un
total de 17.472,2 kJ/mol, lo que no es asumible. Por ello, al oxígeno le
resulta más fácil adquirir dos electrones, a pesar de la repulsión
interelectrónica, que perder cuatro para alcanzar el octeto.
Por su parte, la afinidad
electrónica es la energía intercambiada cuando un átomo neutro gaseoso y en su
estado fundamental, capta un electrón y se transforma en un anión monovalente. Si
la energía es absorbida por el átomo, la afinidad tendrá valor positivo y, por
tanto, hay que aportarla, pero si es liberada tendrá valor negativo, tal y como
sucede en la mayoría de los elementos químicos (salvo para lantanoides, gases
nobles, nitrógeno, elementos del grupo 12 y alcalinotérreos). Así que, en
general, cuanto mayor sea el valor negativo de la afinidad electrónica, la
tendencia a formar el anión será mayor, mientras que los valores positivos,
indican que no se constituirá el anión del elemento.
La afinidad electrónica, tiene la
misma unidad que la energía de ionización, el kJ/mol y se representa por AE.
En principio, varía en la tabla periódica de la misma manera que la energía de
ionización, aumentando de izquierda a derecha y de abajo arriba, aunque de
forma desordenada con ciertos patrones. También, como en el caso de la energía
de ionización, se tiende a constituir, en la medida de lo posible, el octeto.
El cloro resulta ser el elemento
con mayor valor negativo de AE (-349 kJ/mol), por tanto, es el que tiene
mayor facilidad para adquirir un electrón adicional, mientras que el lutecio
(+50 kJ/mol) es el que menos (junto a los elementos del 58 al 70).
La electronegatividad, energía de
ionización y afinidad electrónica, están íntimamente relacionadas por la
ecuación: χ =(I+AE)/2.
La
densidad es una magnitud referida a la masa en una cantidad de volumen:
La unidad de
medida es el g/cm3, aunque para los gases se suele expresar en g/L.
La densidad de una sustancia es independiente de la cantidad de materia
observada, al contario de la masa y el volumen. Opuestamente, es dependiente de
la temperatura y del estado físico de agregación. Normalmente, los gases y el
estado gaseoso de una determinada sustancia son menos densos que el líquido y,
éste, a su vez, que el sólido. Por ello, es que el sólido se hunde en su
fundido, con solo las excepciones de bismuto, galio, antimonio y silicio,
además de agua líquida y ácido acético, cuyos sólidos flotan.
La masa
atómica, que es casi igual a la suma de protones y neutrones, es la masa
ponderada de los isótopos de cada elemento. Así que, salvo con alguna
excepción, la masa atómica aumenta linealmente con el aumento del número
atómico. A los elementos de menor masa les denominamos ligeros y a los de
mayor, pesados. Su unidad, es la denominada unidad de masa unificada y se
representa por u.
El volumen
atómico, que es el volumen que ocupa 1 mol de átomos de un elemento, resulta
mayor en los elementos del bloque s, después vienen los no metales y,
por último, los metales de transición. Es directamente proporcional a la masa e
inversamente a la densidad. Se suele medir en cm3/mol. En general,
aumenta con el número atómico en cada grupo y disminuye hacia la derecha de la
tabla periódica.
La densidad,
es directamente proporcional a la masa atómica e inversamente al radio atómico
(m/4,1875r3). Por tanto, la densidad debería aumentar conforme
descendemos en el grupo, ya que la masa atómica lo hace así, pero también lo
hace el radio atómico, por lo que es un factor inverso, siendo esta última
variación casi lineal.
El elemento de
menor densidad conocida es el hidrógeno y el más denso el osmio. El hidrógeno,
también tiene la menor masa, pero el osmio no es el más pesado (más masa) de
los elementos, de hecho, solo ocupa el lugar 76 de 118.
Las densidades
de los sólidos están comprendidas, aproximadamente, entre 0,2-20 g/cm3,
las de los líquidos entre 0,5-4 g/cm3 y las de los gases son muy
pequeñas, y por eso se expresan en g/L.