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FARMACOLOGÍA DEL LITIO
El litio se emplea, en forma de carbonato, para el tratamiento de la psicosis
maníaco depresiva bipolar (actualmente denominada trastorno afectivo bipolar). El
trastorno bipolar es una grave enfermedad del cerebro. Se caracteriza porque el
paciente experimenta cambios de ánimo. A veces, se siente muy feliz y con gran
actividad (manía) y a veces -por el contrario- muy triste y poco activo (depresión).
El litio es tóxico para el ser humano en concentraciones plasmáticas superiores
a 4 meq/L, por lo que hay que vigilar su concentración plasmática durante el
tratamiento. El nivel plasmático normal de litio es de 0,5-1,5 meq/L.
La dosis recomendada de carbonato de litio es de 300-600 mg diarios.
Su mecanismo de acción, consiste en el bloqueo de serotonina y norepinefrina
(neurotransmisores), además del bloqueo del glutamato cerebral (también
neurotransmisor).
La toxicidad del litio afecta a los sistemas: nervioso central, neuromuscular,
endocrino y renal, con un cuadro clínico caracterizado por: convulsiones, alteraciones
en la visión, temblor en las manos (muy característico y síntoma de que hay que
suspender el tratamiento), poliuria, glucosuria e hipotiroidismo.
En el pasado, también se usó el litio en los
denominados litines -aguas alcalinas litínicas- como
diuréticos. Actualmente, los litines tienen su aplicación
como aguas de mesa de calidad. Se venden en sobres para
diluir en un litro. Es también, muy apropiado para
aventureros, ya que la adición de litines al agua de bebida
o al agua de nieve, proporciona las sales minerales
necesarias. Además, por su contenido en sales, recupera
los electrolitos plasmáticos, disminuidos al realizar un
ejercicio físico intenso.
CAPÍTULO 4: METALES ALCALINOS |95