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Quiero mencionar ahora, por su importancia tanto para la vida interna de
la academia como para su presencia exterior, otros hechos acaecidos en el último
curso.
De una parte, la renovación y ampliación de la Junta de Gobierno. En
diciembre del año pasado se incorporaron a ella el Dr. Saturnino de la Plaza, como
vicepresidente; el Dr. Leandro Cañibano, como tesorero, y el Dr. José Antonio
Rodríguez Montes, como bibliotecario. Es de justicia agradecer aquí a sus
antecesores, los doctores Blanca Castilla, Rosario Lunar y Antonio Bascones, la
dedicación y la labor realizadas durante los años que han permanecido en sus
cargos.
Posteriormente, la Junta de Gobierno, a tenor de los Estatutos y el
Reglamento de la academia, decidió incorporar a otros dos vocales, con lo que sus
miembros han pasado de cinco a siete: los doctores Albino García Sacristán y José
Antonio Tomas Ortiz de la Torre, a los cuales agradezco su colaboración y
confianza. Me parece un enorme acierto esta ampliación de la junta, que ha ganado
así en atención, consideración, peso y valoración de los asuntos tratados.
Por otro lado, debo destacar el importante movimiento de regeneración
que ha registrado la composición de la academia en el último curso, con ingresos
de nuevos académicos de número y de correspondientes, y el paso de miembros
numerarios a supernumerarios, todo lo cual ha enriquecido la corporación con
savia nueva que coadyuvará a continuar en la tarea de elevar su prestigio y
reconocimiento.
Y otro hecho del último curso digno de mención: en la primavera pasada
mantuve, por primera vez en la vida de la academia, una jornada de convivencia
con todos los presidentes de las secciones que la integran. Fue una larga sesión de
trabajo de la que resultaron aportaciones, sugerencias y consejos de enorme
utilidad para esta presidencia, que ha continuado con provechosas reuniones
durante los meses siguientes.
Abrimos hoy, con este acto, un nuevo curso en el que continuaremos
manteniendo los objetivos que nos propusimos al inicio de mi mandato, con el fin
de que nuestra academia alcance el nivel que exige la vida cultural actual.
Consistirá, por tanto, nuestra misión en aumentar la visibilidad de la institución,
con una cada vez mayor repercusión y utilidad de nuestros trabajos que,
consecuentemente, deberán responder a los máximos criterios de calidad en cada
una de sus áreas. A esta tarea habrán de ayudar de forma decisiva, tanto el
reforzamiento de nuestra capacidad de comunicación corporativa, como la
implantación progresiva de las nuevas tecnologías.
En el periodo académico que ahora inauguramos programaremos nuevos
cursos específicos, como el que organizó nuestro ilustre compañero, el Dr. Rafael
290| Jesús Álvarez Fernández-Represa