Page 92 - Anales vol 2 nº1 2017
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La	tesis	defendida	por	S.	Muñoz	se	sustancia	en	esta	afirmación:	Cervantes,
                  «desde	su	profesión	de	escritor	profano»,	se	siente	«un	laico	comprometido»	que
                  ha	puesto	su	pluma	al	servicio	del	«quehacer	evangelizador	de	la	Iglesia	católica
                  postridentina» .	En	esta	tarea,	más	allá	de	la	fina	ironía	utilizada	por	el	padre	y
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                  padrastro	del	Quijote,	entra	en	acción	este	lema	sabroso:	«La	pluma	es	lengua	del
                  alma:	 cuales	 fueran	 los	 conceptos	 que	 en	 ella	 se	 engendraren,	 tales	 serán	 sus
                  escritos» .
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                         Recordemos	algunos	textos	que	sustentan	la	tesis	de	S.	Muñoz	y	ponen	en
                  conexión	el	tema	de	la	novela,	—las	aventuras	del	caballero	andante	don	Quijote—,
                  con	 el	 arte	 de	 la	 predicación,	 al	 tiempo	 que	 exhalan	 un	 sentido	 de	 profunda
                  religiosidad.	Comencemos	por	el	diálogo	de	amo	y	escudero	sobre	la	providencia
                  divina	después	de	la	desgraciada	aventura	de	los	rebaños	que	les	había	vaciado	las
                  alforjas	dejándoles	muertos	de	hambre:


                  —      «Mas,	con	todo	esto,	sube	en	tu	jumento,	Sancho	el	bueno,	y	vente	tras	mí,	que	Dios,	que	es
                  	      proveedor	de	todas	las	cosas,	no	nos	ha	de	faltar,	y	más	andando	tan	en	su	servicio	como
                  	      andamos,	 pues	 no	 falta	 a	 los	 mosquitos	 del	 aire	 ni	 a	 los	 gusanillos	 de	 la	 tierra	 ni	 a	 los
                  	      renacuajos	del	agua,	y	es	tan	piadoso,	que	hace	salir	su	sol	sobre	los	buenos	y	los	malos,	y
                  	      llueve	sobre	los	injustos	y	los	justos.
                  —      Más	 bueno	 era	 vuestra	 merced	 —dijo	 Sancho—	 para	 predicador	 que	 para	 caballero
                  	      andante.
                  —      De	todo	sabían	y	han	de	saber	los	caballeros	andantes,	porque	caballero	andante	hubo	en
                  	      los	siglos	pasados	que	así	se	paraba	a	hacer	un	sermón	o	plática	en	mitad	de	un	campo	real
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                  	      como	si	fuera	graduado	de	la	Universidad	de	París» .
                         Siguiendo	 esta	 asociación	 entre	 predicador	 y	 caballero	 andante	 resulta
                  curioso	comprobar	que	los	dos	protagonistas	del	Quijote	se	tildan,	recíprocamente,
                  de	teólogos	o	de	hombres	versados	en	teología,	precisamente	por	sus	habilidades
                  para	la	predicación.	Así	sucede	en	el	pasaje	en	el	que	Sancho	Panza	diserta	sobre	la
                  muerte	en	unos	«términos	rústicos»	que	llaman	la	atención	a	su	amo,	y	que	destaca
                  con	cierta	sorna	sus	dotes	para	«tomar	un	púlpito	en	la	mano	e	irte	por	ese	mundo
                  predicando	 lindezas»,	 a	 lo	 que	 el	 escudero	 responde:	 «Bien	 predica	 quien	 bien
                  vive,	y	yo	no	sé	otras	teologías» .	Por	otro	lado,	la	arenga	que	D.	Quijote	dirige	a	los
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                  vecinos	del	pueblo	del	rebuzno	para	disuadirles	de	una	pelea	con	sus	burladores
                  está	concebida	como	un	sermón	acerca	del	mandato	cristiano	del	amor	al	prójimo.
                  En	esta	ocasión,	es	Sancho	el	que	devuelve	el	cumplido	al	Caballero	de	la	Triste
                  Figura:	«El	diablo	me	lleve	si	este	mi	amo	no	es	teólogo,	y	si	no	lo	es,	que	lo	parece
                  como	un	güevo	a	otro	güevo» .
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                  19-21	 de	 diciembre	 de	 2005,	 ofrece	 una	 perspectiva	 actualizada	 de	 la	 actitud	 religiosa	 de
                  Cervantes.
                  5 	Lo	religioso	en	el	Quijote	(Toledo	1989)	319-337;	aquí:	336.
                  6 	Don	Quijote	de	la	Mancha,	Lib.	II,	cap.	XVI,	828.
                  7 	Lib.	I,	cap.	XVIII,	215.
                  8 	Lib.	II,	cap.	XX,	873.
                  9 	Lib.	II,	cap.	XXVII,	940.
                  92|	Santiago	Madrigal	Terrazas
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