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Por otra parte, es evidente la pérdida de imagen de las entidades de
crédito, entre otras razones, por la aplicación heterodoxa de las denominadas
“clausulas suelo” en los préstamos hipotecarios; el uso de créditos “multidivisa”
con personas sin la preparación y la información necesaria para asumir este tipo
de riesgos; por el desequilibrio en el reparto de las cargas de la formalización
de los créditos, etc., que con casi total seguridad, tras las sentencias judiciales,
obligará a provisionar cantidades importantes para sus cuentas de resultados.
Y lo que es más importante, se espera concluya el clásico de considerar que
las entidades de mayor tamaño “no tendrán la posibilidad de caer”. Terminarán
como ya lo están haciendo entidades muy significativas, presionadas para realizar
sustanciales ampliaciones de capital o terminar en procesos de reconversión o
cierre de la actividad. Sin olvidar que si hubiere “bancarrotas” de ellas
responderán, en primer lugar, los accionistas, y a continuación sus acreedores,
entre los que destacan los propios depositantes, que no tendrán siempre el apoyo
de los Fondos de Garantía. Todo un cambio que alterará las relaciones entre
instituciones y clientes.
Y ello en un entorno internacional de ligera desaceleración económica, con
alteraciones en el precio de las materias primas, especialmente el precio del crudo,
sin olvidar la política monetaria del Banco Central Europeo y las repercusiones,
aún no explicitadas, tanto de la salida del Reino Unido de la UE como las nuevas
estrategias norteamericanas o chinas en el marco de la economía global.
Y en el caso español con algunas incertidumbres por las recomendaciones,
tanto de la UE como del FMI, de ajustar razonablemente nuestras cuentas públicas,
aún no aprobadas las correspondientes a 2017, que podrían alimentar la
celebración de nuevas elecciones generales, con lo que ellas representan. Y con un
horizonte confuso por la situación de las Comunidades Autónomas más conflictivas
respecto a la unidad nacional y las mayores exigencias de subidas salariales no
ligadas a la mejora de la productividad. (28)
Ojalá que lo aquí analizado no empañe el necesario desarrollo del sistema
financiero que, tanto por su peso específico en la economía nacional como por las
exigencias regulatorias y de los nuevos negocios llegue a término en el próximo
trienio.
12. ANEXO 1:
Situación de las entidades financieras a principios del año 2013
El sistema financiero ante 2020 |221