Page 33 - Balneario de Villavieja
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solicitaba
a
la
autoridad
“no
consentir
de
manera
alguna
el
empleo
ó
uso
de
los
baños
á
ningún
enfermo,
que
previamente
no
haya
sido
visitado
por
el
Médico
Director”
(74).
Figura
13:
Memoria
de
las
aguas
de
Villavieja
de
D.
José
María
Barraca.
En
1887
Enrique
Sanchis
Fabra
señalaba
que
era
necesaria
una
mayor
dotación
de
bañeros
con
formación
ya
que
los
que
había
“ni
saben
leer
las
prescripciones
y
hasta
ni
distinguir
ó
leer
en
el
termómetro”
por
lo
que
deseaba
permiso
para
nombrar
él
personas
adecuadas
para
este
puesto
(75).
Este
mismo
médico
insiste
en
1888
en
la
misma
circunstancia
para
que
él
pudiera
nombrar
bañeros
que
pudieran
“secundar
en
todos
sus
actos,
cuantas
disposiciones
reglamentarias”
dispusiera
y
además
emite
la
queja
sobre
el
mal
funcionamiento
de
los
aparatos
de
duchas
(76).
En
1891
este
médico
consiguió
que
los
propietarios
le
proporcionaran
un
despacho
adecuado
“en
un
bonito
local
situado
en
la
planta
baja
de
la
Fonda
de
San
Juan
Bautista
con
entrada
completamente
independiente
(…)
en
el
punto
más
céntrico
de
la
población”
(77).
En
ocasiones,
los
Médicos
también
velaron
porque
los
enfermos
pobres
recibieran
una
adecuada
asistencia
sanitaria
en
los
baños
solicitando
incluso
a
la
autoridad
que
abriera
un
hospital,
éste
fue
el
caso
de
José
María
Barraca
que
en
1866
declaraba
“se
nota
la
falta
de
una
hospedería
donde
puedan
albergarse
y
tomar
baños,
los
muchos
enfermos
pobres”
(78);
en
1883
Juan
Inocente
Escudero
González
recomendaba,
porque
el
número
de
pobres
era
considerable,
que
“convendría
establecer
una
casa
hospital
con
cuatro
ó
seis
camas,
costeadas
por
las
provincias
de
Valencia
y
Castellón”
(79);
y
Enrique
Sanchis
Fabra
en
1888
apremiaba
a
la
autoridad
para
que
se
instalase
un
hospital
ya
que
comentaba
que
muchos
pobres
abandonaban
Villavieja
“sin
María
del
Carmen
Francés
Causapé,
José
López
Guzmán,
María
López
González|31