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Atendamos a la ética y no exclusivamente a la moral, que ha sido engañosa
en los campos de la sociología.
La objetividad nos la va dictando la lógica y la Naturaleza, puesto que el ser
saludable, tiende al bien y a lo perfecto.
Sacudámonos la lacra de la mediocridad, respetándonos a nosotros mismos
y a los demás y ayudándonos a superarnos, con una misma meta en común, la
felicidad.
Los padres, profesores y la sociedad entera así como los medios de
comunicación y marketing, tenemos responsabilidades inherentes a nuestra
naturaleza que no podemos eludir, ni trasladar a quienes no tienen la directa
responsabilidad.
Los padres, tienen que ser responsables al traer hijos al mundo, con unos
mínimos de dignidad no solo en el plano económico y material sino educativo y
armónico de hogares y familias que viven en un régimen de equilibrio emocional.
Son los verdaderos responsables de la educación de los hijos.
La familia ha cambiado y son múltiples la forma de convivencia, pero debe
tener el mismo fin, que es la felicidad de sus miembros. Y de forma integral.
Los profesores en vez de convertirse en burócratas deben ser orientadores
de conocimientos formadores también en el marco de toda la escolarización
primaria y secundaria, para elevar las habilidades y competencias de los alumnos a
niveles de autoestima y capacitarlos para una integración social ,donde revele su
personalidad, que enriquecerá al grupo. A la vez el grupo, debe respetar la
individualidad, lo diferente, como enriquecimiento y no como rechazo.
Los profesores debemos eliminar todo rechazo, involucrarnos más en el roll
mediador de la inclusión, haciendo ver las ventajas y las necesidades de
enriquecernos todos con las diferencias, siendo cooperadores de una sociedad
evolucionada.
Aniquilando una sociedad competitiva en la escala de valores diseñada por
los intereses de una forma de vida, cuando hay múltiples formas de vida, que llevan
a ser personas completas y felices.
El respeto por la libertad de cátedra, por la experiencia, por la innovación y
la libertad de centros, que se organicen con criterios abiertos e inclusivos, donde se
establezca una razonada y legitima distribución de los recursos humanos, sus
méritos e igualmente su aportación individual, ante el reconocimiento de los
demás, con lo que se cosecha mayores éxitos, que si entramos, en una competencia
mal sana, de grupos de intereses afines.
Panorama educativo español (curso 2016-2017) |139