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El poeta alude a este cortesano de la dinastía Shang, arquetipo  de la

                  fidelidad, que  se inmoló porque sus sabios  consejos fueron rechazados por el
                  emperador.

                         Qu Yuan, en este poema describe un escenario complejo, inscrito en un país
                  legendario en el que bullen personajes reales y ficticios, viajes imaginarios, magos
                  y adivinos al lado de quimeras y animales fabulosos. En esta pretendida palestra
                  todos interpretan el rol asignado por el vate.

                         Un elenco variado de estudiosos de su obra coincidentes en su tipificación
                  como escritor  romántico, señalan como nota más descollante el inveterado
                  costumbrismo siempre adornado de un lirismo original y, a su vez ponderado por
                  dos dimensiones, una los valores culturales confucianos y la otra el toque artístico
                  de Laotse.


                         Se trata de un romanticismo que  el investigador o tratadista occidental
                  intenta equiparar con el europeo de los siglos XVIII y XIX. Este, el romanticismo,
                  fue una corriente espiritual literaria y artística que se opuso al racionalismo de la
                  Ilustración. Posee escasos rasgos comunes con el chino, como asimismo son pocas
                  las notas similares que existen entre el feudalismo oriental y el europeo clásico.

                         Esto solo se entiende cuando se ha  conseguido la aprehensión simbólica.
                  Entre el mundo de las ideas o realidades y el de las cosas o ítems cotidianos, el
                  mundo  de los símbolos se ubica en un lugar equidistante.  El símbolo y el mito
                  fructifican y se desarrollan de acuerdo con el contexto que lo subtiende, europeo o
                  asiático; ambos se postulan como formas expresivas primordiales del hombre y el
                  origen de estas literaturas, a la vez que son fiel almacén de ignotas creencias y de
                  los fundamentos ancestrales de la ciencia y sus representaciones sociales:
                  literarias, poéticas o espirituales

                         En la crestomatía de los Versos del Estado de Chu existe una extensa gavilla
                  de poemas compilados por ´Wang Yi hacia el año 117 a C. Se trata del Zhao Hun,
                  maravillosa obra épica de la que durante siglos han aparecido diversos escritores a
                  los que se  atribuía su paternidad.  Casi  todos basados en conjeturas y, datos
                  inconsistentes carentes de fundamento objetivo.

                         Lu Tiemin, profesor de la Universidad Tecnológica de Shanghai, co-autor de
                  este artículo, prueba que Qu Yuan es el autor. La investigación que se presenta está
                  basada en el estudio de cerca de un millón de caracteres chinos distribuidos en tres
                  partes. En las dos primeras, el Zhao Hun describe el secuestro de Huai, rey de Chu
                  por su inveterado enemigo Qin Shi Huang; la parte tercera converge en un Requiem
                  cuando la operación del rescate real fracasa. Después se explica la reencarnación
                  del rey para extirpar  la tiranía y molice de este reino y otros,  matizado de
                  imaginativas profecías susceptibles de cumplirse.

                  136| Lu Tiemin y Benjamín Hernández Blázquez
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