Page 115 - Historia "nobelada" de la Genética
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fluorescente que resulta ser la p-hidroxibenciliden-imidazolinona que tiene su máximo
de excitación a 400nm y el máximo de emisión a los 505 nm.
El anuncio del galardón Nobel justificaba el premio “por el descubrimiento y
desarrollo de la proteína fluorescente verde, GFP”. Efectivamente, Shimomura descubrió
la GFP, pero casi treinta años después los doctores Martin Chalfie y Roger Y. Tsien
desarrollaron su aplicación como herramienta genética que permite visualizar procesos
hasta ahora invisibles al ojo humano. Hoy día la GFP se ha entendido a otras formas
procedentes de diferentes organismos y variantes genéticamente manipuladas que
constituyen las proteínas de la “familia GFP” que permiten monitorizar los más variados
procesos de las células y organismos vivos como son, entre otros, la expresión génica, la
localización y dinámica de las proteínas, las interacciones proteína-proteína, la división
celular, la organización y replicación cromosómicas, las rutas de transporte intracelular
y la biogénesis y transmisión de orgánulos.
Fue en 1988 cuando Chalfie oyó hablar por vez primera de la GFP en un seminario
sobre organismos bioluminescentes que tuvo lugar en la Columbia University, cayendo
en la cuenta de que la GFP podía ser de gran utilidad en sus estudios con el nematodo
Caenorhabditis elegans que había iniciado en su estancia postdoctoral en el laboratorio
de Sydney Brenner, premio Nobel en Fisiología o Medicina 2002.
La idea de Chalfie era conectar el gen de la GFP con genes reguladores o con genes
que codifican para otras proteínas. Para ello utilizó el gen gfp aislado en 1992 por Prasher
y colaboradores (1992) y al clonarlo en Escherichia coli le permitió demostrar que la GFP
no necesitaba de otras proteínas para producir el cromóforo.
Posteriormente, Chalfie y colaboradores (1993, 1994) lograron unir el gen de la
GFP al promotor de un gen que es activo en seis neuronas de receptores de contacto de
C. elegans. Lo importante es que, cuando el gen de la GFP se une al de otra proteína que
se quiere estudiar en algún organismo, dicha proteína no pierde su actividad normal a la
vez que la GFP mantiene su fluorescencia, de manera que se puede seguir la localización,
movimiento e interacciones de la proteína dentro del organismo mediante
monitorización con el microscopio.
A partir de aquí es cuando entra en escena el Dr. Tsien cuyo mérito indudable ha
sido el de ampliar la “paleta de colores” disponible para el investigador mejorando,
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