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(University of California, San Diego, La Jolla, USA) por “el descubrimiento y desarrollo de
la proteína fluorescente verde, GFP”.
Como se ha mencionado anteriormente, la regla de oro de la investigación se
sustenta en tres apoyos: la pregunta importante que se trata de responder, en qué
material biológico y con qué técnicas se puede abordar la investigación. El premio Nobel
concedido a Shimomura, Chalfie y Tsien se enmarca dentro de este último apartado: la
proteína fluorescente verde (GFP, green fluorescent protein) ha resultado ser una
herramienta poderosísima en la investigación genética. Como decía la nota de prensa de
la Real Academia Sueca de Ciencias, la GFP descrita por vez primera en 1962 por el Dr.
Shimomura (Shimomura et al., 1962) en la medusa Aequorea victoria ha llegado a ser uno
de los instrumentos más importantes de la investigación en biociencia actual porque
“permite el análisis a nivel molecular de los procesos espacio-temporales intra- e
intercelulares que definen el comportamiento dinámico de todos los sistemas vivientes”
(Ehrenberg, 2008). Aunque el trabajo inicial de Shimomura estaba enfocado hacia la
proteína responsable de la bioluminiscencia de la medusa que denominó aequorina, sin
embargo, mencionaban también en su trabajo que habían aislado otra proteína que era
ligeramente verdosa a la luz del sol, amarillenta bajo luz incandescente y verde
fluorescente bajo luz ultravioleta. En un principio la llamaron “proteína verde” a secas; la
denominación de “proteína fluorescente verde” fue posterior. Más adelante, Shimomura
demostró que la GFP que es una proteína de 238 aminoácidoscontiene un cromóforo
especial que al ser excitado por la luz azul o la luz ultravioleta emite luz en la longitud de
onda verde. Esto explica que en la medusa Aequora victoria el cromóforo de la GFP
simplemente transforma la luz azul de la proteína aequorina en luz verde. Pero lo más
importante del caso es que, a diferencia del comportamiento de la aequorina y otras
proteínas bioluminiscentes que necesitan el suministro continuo de moléculas ricas en
energía, a la GFP le basta con la luz UV o la luz azul para fluorescer. Cuando la luz entra
en las células y encuentra a la GFP se produce la fluorescencia verde sin necesidad de
tener que introducir en la célula producto químico alguno que pudiera disturbar los
procesos que ocurren en su interior. Shimomura (1979) clarificó la estructura química
del cromóforo de la GFP que está formado por los aminoácidos de las posiciones 65, 66 y
67 (Ser-Tyr-Gly) que reaccionan químicamente entre sí para formar el cromóforo
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