Page 98 - Anales vol 2 nº1 2017
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en	el	uso	de	la	Sagrada	Escritura,	así	como	en	la	presentación	de	los	eclesiásticos	y
                  en	la	utilización	de	latines.	No	nos	vamos	a	detener	en	este	nivel	minuciosamente
                  analizado	por	S.	Muñoz.	Baste	recordar	una	de	sus	conclusiones	tras	el	examen	de
                  las	más	de	80	referencias	bíblicas	del	Quijote :	la	presencia	de	pasajes	tomados	de
                                                                30
                  los	 llamados	 libros	 deuterocanónicos	 (Eclesiástico,	 Sabiduría,	 Carta	 de	 Santiago)
                  no	 admitidos	 por	 los	 protestantes	 excluye	 cualquier	 sospecha	 de	 influencias
                  luteranas;	 como	 botón	 de	 muestra	 está	 la	 sentencia	 de	 don	 Quijote,	 «el
                  agradecimiento	que	solo	consiste	en	deseo	es	cosa	muerta,	como	es	muerta	la	fe
                  sin	obras» ,	donde	resuena	el	pasaje	de	la	carta	de	Santiago	más	representativo	en
                             31
                  la	 controversia	 entre	 católicos	 y	 protestantes	 acerca	 del	 valor	 de	 la	 fe	 y	 de	 las
                  obras:	«La	fe,	si	no	tiene	obras,	está	realmente	muerta»(2,	17.26).

                         El	 segundo	 nivel	 corresponde	 a	 la	 profesión	 explícita	 de	 contenidos
                  religiosos,	más	allá	de	las	fórmulas	sociológicas	estereotipadas,	que	muestran	cómo
                  nuestro	 escritor	 se	 maneja	 con	 soltura	 y	 habilidad,	 dando	 pruebas	 de	 un
                  conocimiento	notable	en	varios	temas	religiosos,	como	las	propiedades	de	Dios	y	la
                  naturaleza	angélica	del	diablo,	los	novísimos	(muerte,	juicio,	infierno,	gloria)	y	el
                  purgatorio,	los	siete	sacramentos,	el	culto	a	los	santos,	los	objetos	y	las	prácticas
                  piadosas,	 así	 como	 los	 asuntos	 morales,	 uno	 de	 los	 temas	 más	 estudiados	 en	 la
                  novela .	 A	 título	 de	 ejemplo	 valgan	 estas	 palabras	 de	 don	 Quijote	 sobre	 la	 vida
                         32
                  eterna:


                  		     «Todas	estas	y	otras	grandes	y	diferentes	hazañas	son,	fueron	y	serán	obras	de	la	fama,	que
                  	      los	 mortales	 desean	 como	 premios	 y	 parte	 de	 la	 inmortalidad	 que	 sus	 famosos	 hechos
                  	      merecen,	puesto	que	los	cristianos	católicos	y	andantes	caballeros	más	habemos	de	atender
                  	      a	la	gloria	de	los	siglos	venideros,	que	es	eterna	en	las	regiones	etéreas	y	celestes,	que	a	la
                  	      vanidad	 de	 la	 fama	 que	 en	 este	 presente	 y	 acabable	 siglo	 se	 alcanza;	 la	 cual	 fama,	 por
                  	      mucho	que	dure,	en	fin	se	ha	de	acabar	con	el	mesmo	mundo,	que	tiene	un	fin	señalado.	Así,
                  	      ¡oh	Sancho!,	que	nuestras	obras	no	han	de	salir	del	límite	que	nos	tiene	puesto	la	religión
                  	      cristiana	que	profesamos» .
                                                33
                  Finalmente,	 el	 estrato	 más	 profundo	 corresponde	 a	 la	 religiosidad	 refleja	 de
                  Cervantes	en	el	Quijote:	aquí	Salvador	Muñoz	nos	descubre	al	escritor	como	«un

                  creyente	fervoroso	y	sincero,	católico	de	convicción	y	nada	polémico,	que	se	siente
                                                                                         34
                  impelido	 a	 dar	 testimonio	 de	 su	 fe	 a	 través	 de	 su	 obra	 literaria» .Desde	 este
                  minucioso	 análisis,	 Salvador	 Muñoz	 refutó	 la	 tesis	 de	 Américo	 Castro	 y	 Marcel
                  Bataillon	(Cervantes	como	erasmista)	y	revisó	las	posturas	de	Helmut	Hatzfeld	y
                  Paul	Descouzis	(Cervantes	como	teólogo	moral	y	propagandista	de	los	decretos	de
                  Trento).





                  30 	Ibíd.,	67.
                  31 	Don	Quijote	de	la	Mancha,	Lib.	I,	cap.	L,	626.
                  32 	Lo	religioso	en	el	Quijote,	255	(con	bibliografía	en	nota	1).
                  33 	Don	Quijote	de	la	Mancha,	Lib.	II,	cap.	VIII,	754.
                  34 	Lo	religioso	en	el	Quijote,	26.
                  98|	Santiago	Madrigal	Terrazas
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