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Pues bien, esos “marcadores tumorales” del malestar psicosocial dan
resultados peligrosamente positivos. Las alarmas ya han comenzado a sonar.
Prueba de esto es el incremento de la población reclusa en nuestro
país, pues debe haber una relación causa-efecto en que tanto el índice de
desempleo como el número reclusos en España sean los más altos de Europa
occidental 147 .
Igualmente, estudios solventes (Nordt, C. Lancet, febrero 2015) prueban un
incremento aproximado del 30% en el riesgo de suicidio asociado al desempleo,
señalándose que uno de cada cinco suicidios tiene relación con el desempleo.
Para la española Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del
Suicidio, el primer factor de riesgo social del suicido es el desempleo 148 .
En España el número de suicidios, que es la primera causa de defunción no
natural por encima de los accidentes de tráfico, se ha incrementado por tercer año
consecutivo; en 2010 se quitaron la vida 3158 personas, en 2013 un 22% más, es
decir, 3870 personas, lo que constituye la mayor cifra de los últimos 25 años.
Como promedio 10 personas se suicidan cada día en España, y junio es el mes de
mayor incidencia autolítica 149 .
También se ha detectado un repunte de la depresión vinculado al paro 150 . A
este respecto debemos recordar que el consumo de antidepresivos se ha triplicado
en los últimos diez años en nuestro país, según datos de la Agencia Española del
Medicamento 151 .
En su número de mayo de 2016 la prestigiosa revista Lancet publica una
investigación realizada por científicos de las Universidades de Harvard, de Oxford
y del Colegio Imperial de Londres en la que utiliza datos de 70 países y 200
147 Por eso siempre he sostenido que la más eficaz “reforma penitenciaria” es la transformación de la sociedad y de
sus factores delictógenos, pues construir más cárceles es actuar solo sobre los efectos y no sobre las causas. A “el
engaño social de pensar que la seguridad y el orden solo se logran encarcelando” se ha referido el Papa Francisco al
señalar que la tranquilidad ciudadana se consigue más bien “afrontando las causas estructurales y culturales de la
inseguridad, que afectan a todo el entramado social”. Papa Francisco, alocución a los presos del presidio de Ciudad
Juárez (Méjico), 7-2-2016.
148
Ver: www.redaipis.org
149 Fuente: INE, febrero 2015. Se hace necesario recordar que la legislación española no castiga el intento de
suicidio pero sí su inducción. La inducción puede producirse en el contexto laboral (por desempleo, acoso o
discriminación –mobbing–) escolar (por marginación u hostigamiento –bullying–), social, e incluso en la propia
familia (psicopatologizante). Por tanto el suicidio no es siempre consecuencia de una enfermedad mental
(generalmente de la depresión) aunque pueda serlo frecuentemente. El problema está en determinar las razones
de esa depresión que lleva finalmente al suicidio, pues cabe la posibilidad de que sea una depresión exógena, es
decir, provocada por las causas sociales, laborales, escolares o familiares citadas. En todos esos casos, la verdadera
causa no sería la depresión (que podríamos calificar de instrumental) sino factores sociogénicos.
150
Ver: www.fpsm.org.
151
Fuente: página Web del Ministerio de Sanidad. Mayo, 2016.
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