Page 207 - Anales 2-2 -2017
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“La culpa, pues, existe y con carácter general, cada vez que se hace el

                         mal, aunque aquello que se repute como mal varía de cultura en cultura y,
                         dentro de cada cultura, de persona a persona (…) De lo que se trata en tales
                         casos es de que el contenido de la acción que se reputa “mala” puede ser
                                                                                95
                         vario. Para muchos, incluso matar puede no ser malo” .
                         Por tanto, el problema se establece a efectos de determinar el significado
                  exacto de esa palabra, “malo”, y si es una noción creada en la mente del individuo,
                  deducida por él, o impuesta o sugerida (por instancias externas), pues lo que es
                  bueno desde determinadas concepciones no tiene que serlo desde las opuestas.
                  Todo ello posibilitaría la modificación axiológica de las conciencias.

                                “Entonces, aquí se manifiesta una influencia ajena; ella determina
                         qué es lo que debe llamarse malo y bueno (…) La espontaneidad del
                                                                      96
                         hombre ha de someterse a ese influjo ajeno” .

                         En suma, el mal, lo malo, podrían ser, en cierta medida, conceptos influidos
                  por  constructos  culturales  que  dependen  de  las  circunstancias  y concepciones
                  prevalecientes en un  momento histórico y en una sociedad determinada,  pues
                  durante muchos años se consideró normal el canibalismo, la esclavitud, la tortura
                  pública, la pena de muerte y otras atrocidades. Desde un punto de vista biológico-
                  evolucionista lo malo coincide con lo desadaptativo, es decir, con lo que perjudica
                  la supervivencia  individual (producir daño,  sufrimiento  o  dolor,  enfermedades,
                  muerte) y colectiva (el hambre y las guerras). Al ser sus causas principalmente
                  sociogénicas cabe su modificación mediante la transformación social.

                         Sobre  este  tema,  recordamos  el  conocido  experimento  de  Milgram
                  (1963),  que  analizó  la  relación  entre  obediencia  a la autoridad y crueldad en
                  personas normales, demostrando que, en cumplimiento de órdenes recibidas, un
                  alto porcentaje de sujetos experimentales eran capaces de administrar descargas
                  eléctricas a sus víctimas.

                         Para  Freud,  en  gran  medida,  quien  padece  de  compulsión  (trastorno
                  obsesivo) y  prohibiciones  parece  estar  “bajo  el  imperio  de  la  conciencia  de
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                  culpa” . Se entrelazan en los textos citados varios conceptos tales como neurosis,
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                  conciencia, culpa-angustia ,  lo que viene a avalar una de las hipótesis  de  esta
                  investigación:  que  la  hipertrofia  de  la  conciencia  de  culpa  es  un  factor

                  95  Castilla del Pino (1979). Ob. cit., pp. 53, 54. En relación con el problema de si determinados sujetos carecen de
                  una conciencia diferenciadora del bien/mal, o si teniéndola pueden perderla, y si la capacidad de hacer el mal es
                  algo consustancial al hombre o es el resultado de las circunstancias (miedo, cumplimiento del deber o de órdenes,
                  sumisión a la autoridad, etc.), véase: Arendt, H. (2010). Eichmann en Jerusalén. Barcelona: Ed. Lumen de bolsillo.
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                    Freud (1930). El malestar en la cultura. Vol. XXI, p. 120.
                  97  Freud, El malestar en la cultura, ed. cit., p. 106.
                  98  Por ser dos conceptos asociados aparecen unidos por un guión. La angustia es elemento integrante de la culpa,
                  síntoma o razón de tantos trastornos mentales, “radical de nuestra condición humana, que se manifiesta en el
                  miedo a la muerte y a la locura” (López-Ibor, 2012).

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