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conciencia sea su antítesis (las certezas, creencias y valores), sin embargo, debió

                  ser así.

                         Resulta curioso  constatar que la  duda  constituyó el motor inicial  de la
                  conciencia reflexiva (que es conciencia que duda) pero una vez puesta en marcha la
                  conciencia, había que encontrar otro mecanismo evolutivo-adaptativo que
                  “estabilizase”, es decir, que proporcionase seguridad al sistema cognitivo 109 , ya que
                  la  duda  separa  (individualiza)  y  la  seguridad  une  (socializa);  aunque sea una
                  incierta seguridad, pues la gente busca el principio de seguridad sin atreverse,
                  muchas veces, a verificar la inseguridad del principio.

                                “Pensar  por  sí  mismo  es  más  angustioso  que  creer  ciegamente  en
                         alguien. Es más descansado vivir en las certezas aunque sean erróneas que
                         en la incertidumbre permanente de la búsqueda” (Elizalde, 2013, p. 91).


                         De esa forma fue surgiendo un nuevo rumbo en la conciencia reflexiva, que
                  sin desvanecerse, condujo también a la conciencia moral: el reino de las certezas,
                  donde apenas hay que dudar porque casi todo nos viene resuelto por las creencias
                  y los valores. Se había iniciado la evolución de la duda angustiante, en la primera
                  conciencia,  a  las  creencias,  de  función  “ansiolítica”,  en  la posterior conciencia
                  moral.

                         ¿Tienen algo que ver las creencias y los valores con la psiquiatría?

                         Evidentemente sí, pues “el sujeto psicótico habita un universo poblado por
                  toda suerte de extrañas creencias”  110 .

                         La  conciencia  moral,  para  no  ser  una  abstracción  conceptual  vacía,  posee

                  unos configuradores referenciales que son las creencias y los valores. El equilibrio
                  de  las  relaciones  entre  conciencia  moral  y  creencias/valores  condiciona  las
                  nociones sociales (y los propios estados) de normalidad o de trastorno mental. Se
                  produce, por tanto, una mutua retroalimentación entre tales conceptos.

                         ¿Pero, qué son las creencias? Creencia es el pensamiento que nos viene dado
                  por  los  otros  y  aceptamos  sin  verificación como  seguro  (pues  si  hay  verificación
                  deja de ser creencia y se convierte en evidencia).

                         Las creencias (y los valores) no son un producto genético sino que están
                  determinadas por la posición del hombre en la sociedad, por sus condiciones de
                  vida. Son procesos conscientes resultado del aprendizaje y pueden desaprenderse
                  o cambiarse, como se hace desde la psicología cognitiva, aunque su transformación

                  109   Psicológicamente no es sostenible dudar siempre  de todo;  así se acepta sin verificación (con  un cierto
                  automatismo) la mayoría de la información recibida, dudando y verificándose principalmente aquella que tiene
                  relación con “cuestiones fundamentales” como la supervivencia.
                  110  Dessal, G., en Castaño, A. y de la Peña, J. (2008). Tratamiento en la psicosis. Madrid: Ed. Ana Castaño y Juan de la
                  Peña (Servicio de Salud Mental de Moratalaz-Vicálvaro), p. 22.

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