Page 188 - Anales 2-2 -2017
P. 188
La conciencia también se ha estudiado en su dimensión psicosocial, como
consecuencia de las condiciones históricas, sociales, familiares, educacionales,
14
materiales y económicas en las que se desarrolla la vida.
3. PSIQUIATRÍA Y TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA
El concepto de conciencia (en interdependencia e interacción con el de
inconsciente ) es básico y estructural en psiquiatría, pues gran parte de los
15
trastornos mentales tienen como causa o consecuencia una alteración de la
16
conciencia por excitación o exceso (crisis delirante) o por inhibición o defecto
(depresión catatónica); tal vez por eso, Zutt se refiere a una estructura polar de la
17
conciencia con estados de disminución o de exaltación Un problema psico-
afectivo es posible que genere un padecimiento orgánico o somatomorfo y,
recíprocamente, una enfermedad puramente orgánica producir síntomas
psicológicos o psiquiátricos.
Para Gelder et al. (2007) la conciencia es darse cuenta de uno mismo y de lo
que le rodea, situando sus extremos entre los estados de coma y alerta. Considera
como principales trastornos los siguientes:
14
Fundamentalmente por A. Luria, A. Leontiev, y L. Vigotsky. Ferrater Mora considera que la vida es un continuo
→
→
→
físico biológico social cultural por el que se pasa de la materia a la razón. Vid Ferrater Mora, J.
(1983). De la materia a la razón. Madrid: Ed. Alianza. Sobre esto véase también: Edelman, G. M. y Tononi, G. (2002).
El universo de la conciencia. Cómo la materia se convierte en imaginación. Barcelona: Ed: Crítica. Referirnos
detalladamente en este estudio a la materia excedería sus límites, pero cabe entender que lo material no es solo la
materia (realidad objetiva) sino también lo producido y elaborado (construcción intelectual) a partir de la materia,
desde la emoción a cualquier proceso cognitivo (cuya base siempre es neurobiológica, es decir, material). Por eso
Pérez Álvarez (2012, Las raíces de la psicopatología moderna, p. 94) apunta que hay distintos géneros de
materialidad implicados en la conciencia, como la materia de género psíquico que incluye experiencia, cognición y
conducta.
15 “Cualquier examen que se precie de las ventajas que la conciencia aporta debe tomar en consideración las
pruebas, cada vez más convincentes, de que son los procesos inconscientes en muchas ocasiones los que controlan
la realización de nuestros actos (…) La conciencia no se deprecia porque existan procesos inconscientes, sino que,
por el contrario, amplía el campo de su acción”. Damasio (2010), ob. cit. pp. 401, 403. Para López-Ibor, “la
conciencia colabora y se solapa con otras funciones cognitivas cuyo proceso de automatización escapa muchas
veces al proceso consciente”. López-Ibor Aliño, J. J., Ortiz Alonso, T., López-Ibor Alcocer, M. I. (1999). Lecciones de
psicología médica. Barcelona: Ed. Masson. p. 232.
16
Para evitar repeticiones, a veces utilizaré a lo largo del texto el término mente o mental en vez de cerebro o
cerebral. Deben identificarse como sinónimos, en una concepción monista o unitaria y no emergentista ni dualista,
pues entendemos que los procesos mentales son funciones puramente cerebrales (isomorfismo, unidad psicofísica,
correspondencia estructural); es decir, la vida mental (incluida la conciencia) se produce desde la materia física
cerebral previa. A este respecto, Llinás apunta que “la mente es coodimensional con el cerebro” [Vid. Llinás, R.
(2002). El cerebro y el mito del yo. Bogotá: Ed. Norma, pp. 3-4].
17 Vid. López-Ibor et al. (1999). Ob. cit., p. 233. En el apartado de psicopatología de la conciencia de este texto se
señala que los trastornos de la conciencia pueden oscilar desde el déficit (obnubilación, somnolencia y sopor, coma)
hasta la exaltación de la conciencia (delirium agudo con alucinaciones y agitación psicomotriz, cuadros maníacos de
los bipolares, esquizofrenia, oligofrenia, y en cuadros histéricos –disociativos–), pasando por estados intermedios
(crepusculares).
310| Pedro Rocamora García-Valls