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La conciencia también se ha estudiado en su dimensión psicosocial, como

                  consecuencia de las condiciones históricas, sociales, familiares, educacionales,
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                  materiales  y económicas en las que se desarrolla la vida.


                  3. PSIQUIATRÍA Y TRASTORNOS DE LA CONCIENCIA



                         El  concepto  de  conciencia  (en  interdependencia  e  interacción  con  el de
                  inconsciente )  es  básico  y  estructural  en  psiquiatría,  pues  gran  parte  de los
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                  trastornos  mentales   tienen  como  causa  o  consecuencia  una  alteración  de  la
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                  conciencia por  excitación o  exceso (crisis delirante) o por inhibición o defecto
                  (depresión catatónica); tal vez por eso, Zutt se refiere a una estructura polar de la
                                                                               17
                  conciencia  con  estados  de  disminución  o  de  exaltación   Un  problema  psico-
                  afectivo  es  posible  que  genere  un  padecimiento  orgánico  o  somatomorfo  y,
                  recíprocamente,  una  enfermedad  puramente  orgánica  producir  síntomas
                  psicológicos o psiquiátricos.


                         Para Gelder et al. (2007) la conciencia es darse cuenta de uno mismo y de lo
                  que le rodea, situando sus extremos entre los estados de coma y alerta. Considera
                  como principales trastornos los siguientes:



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                    Fundamentalmente por A. Luria, A. Leontiev, y L. Vigotsky. Ferrater Mora considera que la vida es un continuo
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                                  →
                       →
                  físico     biológico     social     cultural por el que se pasa de la materia a la razón. Vid Ferrater Mora, J.
                  (1983). De la materia a la razón. Madrid: Ed. Alianza. Sobre esto véase también: Edelman, G. M. y Tononi, G. (2002).
                  El universo de la  conciencia. Cómo la materia se convierte en imaginación.  Barcelona: Ed: Crítica.  Referirnos
                  detalladamente en este estudio a la materia excedería sus límites, pero cabe entender que lo material no es solo la
                  materia (realidad objetiva) sino también lo producido y elaborado (construcción intelectual) a partir de la materia,
                  desde la emoción a cualquier proceso cognitivo (cuya base siempre es neurobiológica, es decir, material). Por eso
                  Pérez Álvarez (2012,  Las raíces de la  psicopatología  moderna,  p. 94) apunta  que hay distintos géneros de
                  materialidad implicados en la conciencia, como la materia de género psíquico que incluye experiencia, cognición y
                  conducta.
                  15  “Cualquier examen que se precie de las ventajas que la conciencia aporta debe tomar en consideración las
                  pruebas, cada vez más convincentes, de que son los procesos inconscientes en muchas ocasiones los que controlan
                  la realización de nuestros actos (…) La conciencia no se deprecia porque existan procesos inconscientes, sino que,
                  por el contrario,  amplía el campo  de su acción”. Damasio (2010),  ob. cit.  pp. 401, 403. Para López-Ibor, “la
                  conciencia colabora y se solapa con otras funciones cognitivas cuyo proceso de automatización escapa muchas
                  veces al proceso consciente”. López-Ibor Aliño, J. J., Ortiz Alonso, T., López-Ibor Alcocer, M. I. (1999). Lecciones de
                  psicología médica. Barcelona: Ed. Masson. p. 232.
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                    Para evitar repeticiones, a veces utilizaré a lo largo del texto el término mente o mental en vez de cerebro o
                  cerebral. Deben identificarse como sinónimos, en una concepción monista o unitaria y no emergentista ni dualista,
                  pues entendemos que los procesos mentales son funciones puramente cerebrales (isomorfismo, unidad psicofísica,
                  correspondencia estructural); es decir, la vida mental (incluida la conciencia) se produce desde la materia física
                  cerebral previa. A este respecto, Llinás apunta que “la mente es coodimensional con el cerebro” [Vid. Llinás, R.
                  (2002). El cerebro y el mito del yo. Bogotá: Ed. Norma, pp. 3-4].
                  17  Vid. López-Ibor et al. (1999). Ob. cit., p. 233. En el apartado de psicopatología de la conciencia de este texto se
                  señala que los trastornos de la conciencia pueden oscilar desde el déficit (obnubilación, somnolencia y sopor, coma)
                  hasta la exaltación de la conciencia (delirium agudo con alucinaciones y agitación psicomotriz, cuadros maníacos de
                  los bipolares, esquizofrenia, oligofrenia, y en cuadros histéricos –disociativos–), pasando por estados intermedios
                  (crepusculares).
                  310| Pedro Rocamora García-Valls
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