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como estructuras nerviosas principales de la función conciencia se consideran: la
zona medial del tronco encefálico (protuberancia), el tálamo y la corteza cerebral,
interconectadas las tres por la formación reticular.
Tras lo expuesto, proponemos como definición la siguiente: conciencia es la
síntesis de una serie de funciones cerebrales perceptivo-cognitivas que determinan
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el enfoque de la realidad y la conducta; constituye el soporte estructural de la
actividad pensante. Todo ello implica y posibilita el conocimiento (entendimiento,
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razón ) reflexivo de la realidad y las cosas (conciencia objetal), y la capacidad
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de autorreconocimiento (autoconciencia o conciencia de sí mismo ); así como
captación, por focalización/atención, y procesamiento de información con
deducción de efectos (interrelación pasado/futuro, anticipación proyectiva y
predictiva ). La conciencia supone la toma de razón de la existencia y de los
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propios actos.
“Las cosas que nos importan desde que nacemos hasta que morimos
son formas de conciencia, y por lo tanto lo curioso no es por qué es
importante la conciencia, sino cómo puede ser importante todo lo demás. Y
la respuesta es, naturalmente, que las otras cosas son importantes en
relación con la conciencia (…) lo que tiene de especial la conciencia es que,
en lo que respecta a la vida humana, es en gran medida precondición de todo
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lo que es importante” .
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El problema central actual parece ser determinar si el cerebro es la
conciencia o si genera la conciencia. La discusión doctrinal está planteada desde
conciencia se desarrolla en la interacción de: el lóbulo frontal y núcleos reticulares del tálamo, el tronco encefálico
asociado al sistema reticular; el sistema tálamico-cortical y el córtex prefrontal. Más allá de una localización
específica, se tiende a pensar que la experiencia consciente depende de la conectividad neuronal entre diferentes
zonas. En esa misma línea, en el Simposio Internacional Retos y Oportunidades en la Investigación Psiquiátrica
(Fundación Areces, Madrid, febrero 2012), se insistió en la importancia de la conectividad anatómica (conectómica)
para la descripción estructural y funcional del cerebro humano, señalándose que en el sistema nervioso hay que
dar una importancia preferente a las conexiones frente al modelo localizacionista heredero de la antigua frenología,
y que en los procedimientos diagnósticos más que buscar áreas han de buscarse conexiones.
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El concepto de conciencia como función está plenamente avalado por un amplio sector doctrinal de la psiquiatría
actual que considera que “la conciencia es la función gracias a la cual el ser humano se da cuenta tanto de sí mismo
como del mundo”. López-Ibor Aliño, J. J., Ortiz Alonso, T., López-Ibor Alcocer, M. I. (1999). Ob. cit., p. 231. También
es compartido por la psicología: “La conciencia es una función cerebral” Pinillos, J. L. (2004). La mente humana.
Madrid: Ed. Temas de Hoy, p. 127. Así mismo, es concordante dicha visión con la de Freud. Vid. Lo inconsciente, la
conciencia y la realidad en La interpretación de los sueños (1900), Vol. V, p. 598. Las cursivas son mías.
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Razón: principio de explicación de las realidades.
35 Cuya primera manifestación se produce sobre los dieciocho meses cuando el niño se reconoce ante el espejo
(estadio espejo lacaniano) y asume el pronombre personal “yo”, el posesivo “mío” y la negación “no”. Por eso, tal
vez, “la conciencia nace con la rebelión” (Camus, A., 1978. El hombre rebelde. Buenos Aires: Ed. Losada, p. 18).
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Para Llinás la capacidad predictiva del cerebro no se genera exclusivamente a nivel consciente, sino que es una
función anterior a la conciencia; la predicción de eventos futuros es una función cerebral fundamental y está
basada en la percepción. Vid. Llinás (2002), ob. cit., p. 22 y ss.
37 Searle, J. (2010) en Conversaciones sobre la conciencia. Ed. citada, pp. 273-274.
38 Además de ser el órgano rector de la gestión básica vital, actividad metabólica, control de los procesos físicos
automáticos, coordinación del movimiento, etc.
314| Pedro Rocamora García-Valls