Page 131 - Historia "nobelada" de la Genética
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En 1962, Watson y Crick recibieron, junto a Maurice H.F. Wilkins, el Premio Nobel

               en Fisiología o Medicina “por sus descubrimientos en relación con la estructura molecular
               de los ácidos nucleicos y su significación para la transmisión de la información en la materia

               viva”. El artículo original de Watson y Crick de 1953 apareció “escoltado” por dos trabajos

               sobre modelos de  difracción por rayos  X realizados por  Wilkins  y colaboradores  y por
               Rosalind  E.  Franklin.  Watson  tenía  25  años  cuando  se  publicó  el  modelo  estructural.

               Desgraciadamente,  Rosalind  Franklin,  que  sin  duda  alguna  hubiera  sido  merecedora

               también del premio, había fallecido en 1958 de cáncer de ovario, a los 37 años de edad.

                      En el libro “La doble hélice” escrito en 1968 por Watson, el autor narra de forma

               autobiográfica sus  experiencias  vitales  en torno al descubrimiento de  la  estructura del
               ADN, poniendo de manifiesto las intrigas, insidias y los manejos poco limpios del mundo

               científico.  En  esta  obra  se  pueden  encontrar,  junto  a  páginas  y  hechos  estimulantes,

               situaciones  en las  que  la competitividad  puede  llevar  a  comportamientos no  éticos.  La
               cuestión ética que se plantea en relación con el descubrimiento de la doble hélice tiene

               que ver con el papel que jugó Rosalind Franklin en el descubrimiento del modelo. Watson

               y Crick tuvieron acceso, sin el conocimiento y autorización de Rosalind Franklin, de una
               fotografía que había obtenido ella sobre el modelo de difracción con rayos X del ADN que

               resultó clave para que aquellos pudieran proponer su modelo estructural de la doble hélice.

                      Watson  y Crick realizaron su trabajo  en  el Cavendish  Laboratory de  Cambridge,

               mientras que Wilkins y Franklin lo llevaron a cabo en el King’s College de Londres, donde

               uno  de  los  edificios  lleva  el  nombre  “Franklin-Wilkins”.  Como  dice  su  biógrafa  Brenda
               Maddox, Rosalind Franklin nunca pudo imaginar que se dedicara en su honor un edificio

               en el King’s Collage donde pasó los dos años más desgraciados de su carrera profesional
               (Maddox, 2003). Por otro lado, como recuerdo y homenaje a esta científica se ha creado la

               Medalla Rosalind Franklin para premiar a investigadoras del Reino Unido, en un intento de

               restañar las heridas del pasado. Rosalind Franklin se ha convertido en un icono feminista
               de la investigación.


                      De forma anecdótica, en este contexto me viene a la memoria el caso de la variedad
               de trigo española “Dimas” que, al parecer, fue producto de una “distracción” de semillas

               de la variedad francesa “Etoile de Choisy”. Para mayor sarcasmo, el nombre de la variedad

               española responde al del “buen ladrón” del relato evangélico de la crucifixión. Cuando se
               discute acaloradamente sobre si “patentes, sí” o “patentes, no”, hay que tener presente


                HISTORIA “NOBELADA DE LA GENÉTICA” (1900-2016)                                        131
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