Page 64 - Historia "nobelada" de la Genética
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de la muerte celular e identificó las primeras mutaciones de genes implicados en el
proceso de muerte celular programada. Uno de estos genes, el nuc-1, codifica para una
proteína necesaria para la degradación del ADN, que es una de las características del
proceso.
La tercera fase de la historia genética del nematodo la llevó a cabo H. Robert
Horvitz, norteamericano nacido en 1947, cuya aportación fundamental fue investigar si
realmente existía un programa genético que controlara la muerte celular, identificando
en 1986 los dos primeros “genes de la muerte” (ced-3 y ced-4) cuya expresión es necesaria
para que se produzca la muerte de la célula (Ellis y Hortviz, 1986). Posteriormente,
Horvitz identificó otros genes, como el ced-9, que protegen a las células de la muerte
interaccionando con ced-3 y ced-4. Asimismo, identificó otros genes responsables de la
eliminación de las células cuya muerte había sido genéticamente programada.
La proteína CED-4 es un factor activador de la proteasa CED-3 que inicia la
destrucción de la célula. Las mutaciones que inactivan la proteína CED-9 originan la
muerte de muchas células que deberían sobrevivir, pero que mueren al ser activados los
genes ced-3 y ced-4. Por el contrario, mutaciones de ganancia de función del gen ced-9
permiten la síntesis de la proteína CED-9 de manera que sobreviven las células que
estaban programadas para morir.
Las proteínas CED-3 y CED-4 constituyen el núcleo central de la ruta genética de la
apoptosis que es común a todas las especies animales estudiadas. En mamíferos, las
proteínas homólogas a la CED-9 son codificadas por genes de la familia Bcl-2, cuya
semejanza funcional es tal que, por ejemplo, el gen humano BCL-2 introducido en
embriones de C. elegans impide la muerte programada de determinadas células durante
el desarrollo embrionario del nematodo (Vaux et al., 1992). Este hecho pone de manifiesto
que el proceso de apoptosis está evolutivamente conservado. De ahí la importancia que
pueden tener las investigaciones llevadas acabo en organismos como el nematodo para
ser extrapoladas y aplicadas en la especie humana.
En este contexto es importante señalar que, como indican Vaux y Korsmeyer
(1999), aunque el primer componente reconocido de un mecanismo de muerte celular fue
el gen Bcl-2 de mamíferos, la primera evidencia de que existía un programa genético
específico para la muerte celular fisiológica se debió a los trabajos de Horvitz (Horvitz et
al., 1982; Ellis y Horvitz, 1986).
HISTORIA “NOBELADA DE LA GENÉTICA” (1900-2016) 64